Suena el
despertador. Todo sigue igual.
Así empezaba una
entrada de hace ya unos años. Y esta terminará de la misma forma. Es el primer día de cole, ya en
5º de Primaria, y algunas rutinas y ritmos han cambiado, pero básicamente, sigue siendo
mi horita y pico.
Sigo escuchando salir temprano a la
Maestra-Jedi, aun con todos dormidos, y sigo acordándome de
Isabeau y el Capitán Navarre. Sigo apagando dos veces el despertador, aunque lleve un rato ya despierto, siempre tengo esos cinco minutos de margen. Sigo teniendo ganas de que le den por culo al colacao y al cole. Sigo luchando por que llegues espabilado al salón, Javi, aunque ya no puedo cogerte y llevarte en brazos. Y tú sigues enfadándote si intento peinarte o que te peines, o simplemente por apartarte
el flequillo. Sigues bajándote los calcetines hasta más abajo de los tobillos. Y aunque tengas sueño y yo sea muy pesado, sigues haciéndolo todo
de buen humor, o al menos aún sigo siendo capaz de ponerte de buen humor. Sobre todo cuando vamos
sin prisas. Sigues saliendo de casa y yendo al cole con ganas. Eso lo vale todo.
Sigo improvisando los
desayunos y las
meriendas que os lleváis al cole, aunque hoy lo tenía más fácil con las galletas caseras que cocinasteis ayer la
Maestra-Jedi y tú, Ana. Mañana ya veremos. A ti, Javi, te sigue dando un poco igual,
mientras no sea fruta. Espero que este año haya un poco en vuestras mochilas, pero tampoco voy a ponerme pesado con eso, te lo prometo, pequeño. Lo que también sigue igual es que yo sigo desayunándome los restos más tarde, a la vuelta. Este año la diferencia es que tengo que poner
un desayuno más.
Cuando erais más pequeños, esta
horita y pico era un zafarrancho que daba tiempo para todo esto y para nada, en realidad. Ahora es más
coordinado todo, más fácil. Hasta nos da tiempo a contarnos cosas, y hablar, a repasar el día y lo que vendrá, a reír. Ahora esta
horita y pico es más
tiempo compartido que tiempo de prisas. No sé si a esto es algo parecido a lo que algunos llaman
tiempo de calidad, yo nunca he creído en eso. Siempre me ha sonado a excusa, a un
autoengaño para tragar la culpa de no poder –o no querer– pasar el suficiente tiempo con ellos. Esto da para otro post, bien largo, pero en otro momento, quizás.
Y sigo sin ser capaz. El último rito, ya casi olvidad tras los largos meses de vacaciones, es rebuscar en la cesta alguna gomilla a juego con tu ropa, y hacerte
una coleta. La trenza tendrá que seguir esperando. Sigo sin tener excusa, ya no es cuestión de prisas. Simplemente, es que después de todos estos años, sigo sin ser capaz.
Lo siento.
Tú, yo, y el cepillo del pelo no hacemos buen equipo, Ana. Pero ya son
menos cuarto, y a pesar de la falta de práctica y de los tirones, esta vez la coleta sale decente a la primera. O al menos tú no te quejas. Seguimos teniendo cinco o diez minutos de margen. Y tras la coleta, llega la última de las rutinas que hemos incorporado: siempre me preguntas antes de salir por la puerta si llevo mi
mascarilla. Y esta mañana, aun siendo vuestro
primer día de colegio, te has vuelto a acordar antes que yo. No sé qué haría sin vosotros.
Todo sigue igual. Ya sólo nos queda irnos al cole escuchando un poco de
rock and roll por el camino.
Come On,
Come On! Y lanzarnos
besos sonoros bajo la mascarilla antes de que entréis. Tras tantos meses sin escribir, puede que cueste seguir el hilo de mis pensamientos, de algunas situaciones por las que pasamos. Pero tras todos estos años, son situaciones que dan contexto y sentido a mi vida. Sigue siendo
mi horita y pico.
Todo sigue igual....
¡Que la Fuerza os acompañe!
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Los meses pasan, pero juntar letras con sentido y sentimiento no se olvida. Eso también sigue igual. ;)
ResponderEliminarBueno, supongo. Pero cuesta mucho ponerse de nuevo tras tanto tiempo. Se oxida uno....
EliminarMe encantó la descripción de las mañanas escolares y las pequeñas rutinas familiares. En CurlyStop, tenemos todo lo necesario para el cuidado del cabello rizado de tus hijos, haciendo tus mañanas más fáciles.
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