Hace poco leía a mi amigo
Adrián sobre revoluciones domésticas y vitales. Me hizo recordar un término que solía usar en este blog cuando os contaba los
días de furia de
Luke y
Leia: el
mellizogeddon. Me pregunto porqué ya no recurro a ello tan a menudo. Y me doy cuenta de que con siete años, la locura de la primera infancia, los terribles dos y tres años y los
berrinches, la entropía y el caos, los cataclismos infantiles ya no son lo que eran. Ahora con siete años son...
otra cosa.
La etapa de los berrinches ya pasó. Pero vivimos en un estado
revuelto y revolucionado casi a diario. Cuando no es por babor, es por estribor, o incluso alguna vez
aparece el Kraken por ambas bordas. A menudo me descubro intentando calmar esas aguas bravas, maremotos de un ratito, opacar un poco esa
luz salvaje, acallar canciones y
gritos de juegos, persecuciones por el pasillo, calcetín en mano. O metiendo prisa por apurar el
colacao, por recoger los juguetes del cuarto, por terminar la ficha de lectura o el último episodio de
Doraemon, o pidiendo desesperado que se enjabonen y dejen de jugar en la
bañera,
de echar agua por la borda. Y en alguna ocasión me digo a mí mismo:
"¿¡pero seré melón!?".
•
Luego leo a
Adrián, o escribo sobre mi propio
Peter Pan, y pienso en la de veces que, hablando con otras madres y padres sobre los niños –los míos y los de los demás–, utilizo una frase, que no por sonar a excusa y
coartada, deja de ser cierta:
"si es que tienen siete años". Pero resulta que esos siete años
también pasarán. Y como me contaba en
aquella carta que me dediqué hace unos años,
mejor será que espabile. Porque
Luke y
Leia no van a esperarme. Su ritmo es mucho más rápido y constante que el mío, son
imparables. Y no puedo permitirme quedarme atrás, quiero seguir haciendo todo el camino que pueda junto a ellos,
no perderme nada, y esto no ha hecho
más que empezar. Así que
"espabila, melón".
•
Sí, ya no es tan habitual como antes verlos cantar a viva voz por la calle. Pero de vez en cuando me dan ganas de agarrar a cada uno de una mano,
liberar al Kraken, y montar otro
mellizogeddon.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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¡Muy buen post! Los niños llegan a edades que muchas veces son incontrolables y se convierten en auténticos terremotos. Lo mejor es dejarles sus ratos de juegos en su habitación, con unos calcetines divertidos y calentitos y con ropa cómoda. De esta manera, conseguiremos que duerman placidamente toda la noche.
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