No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

Los dos lados de la cama

Hace un par de meses os hablaba de lo arrepentido que estaba de no haber comprado una cama más grande. "Son rachas, fases", "Ya lo echarás de menos", decía... Pues pasan las semanas, y seguimos en las mismas. Van para seis años y medio, y el ya no tan pequeño Luke sigue viniéndose a nuestra cama en mitad de las noche. Casi cada noche.

En fin, no voy a repetirme, porque últimamente es un tema recurrente. Es como si estuvieran cobrándose de vuelta lo bien que dormían en sus cunas cuando eran bebés. También os conté que la Maestra-Jedi duerme en el lado más cercano a la puerta del dormitorio, con lo que las visitas nocturnas le afectan directamente más a ella.

Una de estas últimas noches, decidimos cambiar de lado de la cama para intentar que Luke la dejara descansar más. Y como era de esperar, el pequeño se presentó en mitad de la noche. Le hice hueco, pero aún somnoliento, se percató de que algo no encajaba.

–¿Dónde está Mami?

Y sin decir nada mas, arrastrando los pies medio dormido, rodeó el cuarto a oscuras para meterse entre las sábanas por el otro lado de la cama, junto a su mami.

En fin. La papitis mejor de día. A estas alturas, y con el agotamiento y el sueño acumulado, y la espalda y el cuello doloridos, con lograr que hagan sus camas a la mañana siguiente, yo ya me doy por satisfecho y mi ego herido de maestro-jedi se conforma.

¡Que la Fuerza os acompañe!
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Comentarios

  1. Bueno, el mio tiene 9 y aun se mete en medio nuestra casi cada noche así que vete comprándola mas grande XD

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    1. Ay, madre... Estoy no tiene pinta de cambiar pronto, pero con 9 años ya es un peso como para tener que cambiar los muelles del colchón...

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