No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

#12meses12posts: permisos intransferibles, cuidados transferibles

Los cuidados, ¿también son intransferibles?

Este 2021 ha empezado regulinchi, lo sé. Últimamente cada noticia es más desastrosa que la anterior, y ya llueve sobre mojado: pandemia, terrorismo machista, crisis económica, corrupción (tanto monta, monta tanto), clima desatado, fascismo enquistado.... Pero en este inicio de 2021 hay otro tema del que desde Papás Blogueros nos invitan a hablar: los permisos de paternidad de 16 semanas. Un tema del que ya hemos hablado, y en el que las opiniones y posturas tienden a polarizarse, así que rescato estas reflexiones que ya publiqué hace un tiempo. Al final, todo acaba en el mismo escollo, el mismo punto muerto: que los hombres asumamos e interioricemos que esto de los cuidados y la crianza también nos toca a nosotros.
Lo primero que me llama la atención es que en este tipo de avances –porque es un avance– y políticas, se tiende siempre a igualar por abajo. Es algo que necesariamente defrauda y hasta indigna a parte de la sociedad –la parte que materna y lleva años exigiendo un permiso por maternidad decente –. Porque se olvida la necesidad urgente de ampliar las ridículas bajas maternales a seis o incluso hasta los doce meses, como recomiendan tantas organizaciones, empezando por la OMS. Y que se pongan en valor las labores de cuidado en esta sociedad, eliminando la perspectiva de género.

Yo sólo puedo hablar desde mi punto de vista, que es el de un padre que cría, y con una reducción de jornada desde hace ocho años. No hay fórmulas mágicas, todo tiene sus pros y sus contras. Y con los permisos de paternidad iguales e intransferibles –y pagados– ocurre igualmente. Tengo muy claro que si parte de las semanas de prestación fueran transferibles, en un altísimo porcentaje lo seguirán asumiendo las madres, por decisión propia, acuerdo consensuado, o en la mayoría de casos, por tradición, por la presión histórica del patriarcado y por machismo. Y seguirá recayendo la carga y la responsabilidad de la crianza y los cuidados, las renuncias y la penalización laboral de la maternidad en las mujeres.

Legislar estos permisos en cierto modo es forzar la organización familiar desde una instancia a la que no le corresponde esa labor. Y forzar a establecer un nuevo pacto privado entre personas que se deberían respetan por igual y ser corresponsables por igual. Esa es una realidad familiar en igualdad. La cuestión es que esta situación no se produce tanto como debiera, y esto no se puede legislar. Las bajas, permisos y medidas de conciliación sí, pero el reparto de roles y las desigualdades de género se arreglarán –aunque sea demasiado poco a poco– con educación y pedagogía, y cambio cultural y social. Si este cambio social hay que conseguirlo a empujones, con políticas y legislación, exijamos más. Más educación, más pedagogía, y más cambios.

Mi imagen reflejada en la pupila de mi pequeña Leia, con apenas 2 meses.
Soy un reflejo en su mirada.
Con los permisos intransferibles y otras medidas legales, los hombres –y las empresas– nos quedamos sin excusas decentes. Los que no se responsabilicen y se hagan cargo de su parte, de su 100%, los que se desentiendan de sus deberes y se escaqueen, se retratan ellos solos. De todos modos a muchos esto les seguirá sin importar, aún queda mucho señoro, mucho macho ibérico, mucho trabajador abnegado y mucho padre proveedor demasiado cómodo en su sacrificado rol. Un papel que ha dotado a la masculinidad de parte de su carácter hegemónico tradicional y patriarcal. Pero si un hombre renuncia a su derecho y responsabilidad como cuidador, que ni el estado ni la empresa respalde su escaqueo. El resto es cuestión de educación, formación y cambio social, siempre lento. Con el tiempo, a esa figura de padre tampoco la respaldará la sociedad. No valen excusas ya.

Igualar derechos, pero sobre todo, igualar responsabilidades

En eso los hombres tenemos demasiada tarea pendiente. Gran parte del camino se habrá andado cuando entre los padres hombres se normalice y generalicen peticiones como "el lunes tengo que salir antes, que tengo tutoría del pequeño", o "necesito el jueves dos horitas para llevar a la niña al pediatra". Por el contrario, aún es habitual escuchar frases como "¿ya te vas?", o "¡qué bien vives!", cuando uno sale del trabajo a la hora estipulada por su reducción de jornada por crianza. O que te etiqueten –aunque sea con sorna o a escondidas– directamente de calzonazos, o nenaza. Y lo sé por experiencia propia.

El cambio social llegará cuando no sea extraño que un padre solicite una reducción de jornada por crianza y custodia, o una excedencia. O que agote hasta su último día de permiso de paternidad, en lugar de incorporarse a la empresa como abnegado trabajador y sacrificado padre proveedor, y que encima reciba palmaditas en la espalda. Cuando en el cole sea normal ver a tantos hombres como mujeres hacerse cargo de sus criaturas, cuando en el grupo de whatsapp de la clase la proporción no sea de 15 a 1, cuando en la consulta de pediatría también sea normal encontrarse con padres, y que las explicaciones sean dirigidas a él como cuidador. Cuando asumamos que las tareas de cuidados y crianza también son cosa de hombres y se valoren. Cuando los hombres pidamos medidas de conciliación para cuidar, y no solo para estudiar en el extranjero o dedicarnos a practicar un deporte o a entrenar. Y que estas muestras de responsabilidad todos las veamos con la misma normalidad que cuando se trata de una mujer.

Pero como digo, que esto llegue a ser normal y de sentido común, entre padres, madres y empresas, no depende sólo de las leyes y medidas legales y cuotas, sino de educación. Para ese cambio social, para acabar con el machismo y el patriarcado y la desigualdad de género en la crianza y en los cuidados, hacen falta muchas cosas: educación, formación, pedagogía, pero también medidas legales y marco jurídico y laboral. Incluyendo los permisos de paternidad.

La ampliación de estos permisos de paternidad es un avance. ¿Es más urgente ampliar los maternales? Rotundamente SÍ. ¿Son necesarios y positivos? También. Vamos a por el siguiente. Insisto, las soluciones no son fórmulas mágicas. Al final, solo puedo hablar de mi solución. Y como ya os he contado tantas veces, pasó por asumir con todas las consecuencias que esto de los cuidados y la crianza también me toca a mí.

¡Que la Fuerza os acompañe!

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Comentarios

  1. Respuestas
    1. Jajaja! Pues no sé, nunca estoy conforme y siempre ando corrigiendo y reescribiendo. Lo que sí sé es que escribo poco.... O demasiado poco a menudo. 😉

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