¿Conocéis a mi amigo
Sem? Espero que sí. Y si no es el caso, deberíais.
Sem es un tipo genial. En muchos sentidos. Es una de esas personas que siempre tiene
la frase perfecta. Incluso la arenga perfecta. Y encima, desborda
creatividad e ingenio. Su última ocurrencia: celebrar en este 14 de febrero
nuestro otro San Valentín.
He contado esto muchas veces. Cuando nació este blog, hace ya más de
seis años, tenía escaso contacto con el resto de la blogosfera. Y pasado un tiempo empecé a toparme con otras blogueras y algún que otro bloguero contando
historias de madres y padres. No escribía mucho por aquel entonces, pero aquello me animó a seguir, y a crecer. A armarme con
mi teclado y a
escribir.
Porque como nos dice
Sem, el teclado, el blog personal, escribir y compartir, es una prolongación nuestra. Es un
bolsillo del que siempre puedes sacar un caramelo, o en el que refugiar las manos cuando hace frío. Es un alféizar en el que
asomarte o en el que esconderte. Los blogs son
especiales. Porque tú no eliges a tu público, sino que te lanzas al abismo, y los demás eligen o no leerte a ti.
Y esto no lo he contado
nunca, ni siquiera a mi amigo
Sem: uno de los blogs que fui descubriendo allá por 2014 fue precisamente
el suyo. Y me pareció tan especial y
chulo –no encuentro una palabra mejor, es la que me surge– que se convirtió en uno de los espejos en los que inspirarme. Es uno de los
regalos que me trajo el
teclado. Y con el tiempo, una serie de conexiones y más alféizares a los que asomarme. Gracias al
blogging he conocido gente de medio mundo, he compartido charlas y discutido soluciones y teorías, he reído y he llorado, he ayudado y me he sentido levantado del suelo y consolado, espero haber enseñado algo y he aprendido mucho, sobre todo de mí mismo. Pero por encima de todo
he hecho amigos y amigas.
Y puedo decir con cierto orgullo que
Sem es
amigo mío. De esos que me ha regalado el
blogging y el
2.0. De esos que da igual que no los vea en todo el año porque siempre está ahí y hablo con él casi más que con mucha familia. De esos a los que me gusta decirle
"te quiero, tío". Y no es el único. Porque nos une esto de
compartir nuestras cosas, esto de
amar nuestros teclados, nuestros
blogs, y esto de
escribir. Compartimos
nuestro otro San Valentín. Así que bajemos a jugar al campo, escribe, abre una ventana, saca un caramelo de tu bolsillo, ábrete un blog.
¡Y celebrémoslo!
¡¡Ufff... Ufff... Y Reufff...!! ¡Wala, chaval...! ¡Qué bonito, tío...! ¡Y yo que creía que ibas a hacer un post sobre Leia Organa... jajaja! ¿Ves? Todo lo que he puesto en el post esta mañana... ¡Es que es cierto! ¡Todo lo que me podría haber perdido de no haber tomado la decisión de coger un día y ponerme a escribir! Gente guapa como tú, como los papás blogueros, como tantas otras mamis blogueras... ¡¡Tantas y tantas cosas he aprendido y sigo aprendiendo!! Es una pasada... Y lo mejor de todo ¿sabes qué es? Pues que todas estas cosas tan fantásticas terminarán repercutiendo en nuestros queridos pequeños, de una u otra manera. Aquí, todos ganamos. Y eso es una auténtica maravilla.
ResponderEliminarPues es verdad, dedicamos mucho esfuerzo y cariño a nuestros blogs, y a los blogs de los demás. Feliz San Valentín
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