Uno de los
mantras mas repetido en esto de la crianza y la paternidad es que no debemos poner
etiquetas a las niñas y niños, pero no paramos de
etiquetar a las madres y a los padres. Hace poco volví a escuchar que me llamaban eso de
padrazo –no, no fue
Pau Almuni–. Siempre he tenido una relación difícil con esa palabra.
Es habitual escuchar cómo se opina, se juzga, se etiqueta y se encasilla a los adultos en grupos, sobre todo de manera despectiva, sobre cómo crían y cómo viven su maternidad y paternidad: madres helicóptero, padres tigre, madres segadora... Yo también lo hago, lo reconozco. Todos lo hacemos. Las etiquetas son muy cotidianas, demasiado. No las podemos evitar, forman parte de nuestro lenguaje y nuestra forma de pensar. Pero las usamos alegremente sin pararnos en el efecto y las consecuencias que pueden traer.
Incluso las etiquetas supuestamente positivas también pueden tener efectos tóxicos. Y de las que más me incomodan son madraza y padrazo. Serán cosas mías, pero es un runrun que siento cada vez que escucho alabar a alguien de esta forma. La madraza suele catalogar a la mujer únicamente como madre, aplaudiendo la abnegación y entrega, e invisibilizando otros perfiles como persona. Y por comparación además menosprecia al resto. Puede ser una etiqueta con apariencia de alabanza, pero que perpetúa los roles de género, y la carga de la maternidad, la crianza y los cuidados sobre la mujer.
Ese runrun mío me dice que Padrazo no es más que otra forma de micromachismo. Aplaude y alaba el compromiso de un hombre con la crianza que debería ser normal. Se etiqueta como extraordinario que un padre haga tareas de cuidados, que se involucre en un papel que no le corresponde, algo que se le presupone de forma natural a las mujeres –pero que no se les valora en la misma medida–. Elogiar a un hombre por lo que debería hacer normalmente, el efecto picha, es otra forma de perpetuar el mismo papel criador y cuidador de las mujeres. Es lo que la sociedad espera de ellas, es "su rol".
Y os repito que puede que sean tonterías mías. Habrá infinidad de madres y padres a los que les encante que los llamen madraza o padrazo, siempre es agradable recibir palmaditas, casito, halagos y reconocimiento, sobre todo cuando se trata de nuestras criaturas y de cómo los criamos. Pero el runrun –esto lo escribí en 2013– en mi mente está siempre ahí.
Travieso, aplicada, inquieto, cabezota, lista, responsable, malcriado, creativa, calzonazos, madraza, padrazo.... Dejemos de etiquetar. A niños y niñas, y a padres y madres.
¡Que la Fuerza os acompañe!
Suscríbete
A mi tampoco me ha gustado nunca que me etiqueten de padrazo, me incomoda. Pero lo de etiquetar, es innato lo hacemos con todo, no hay manera.
ResponderEliminarSi, es algo inevitable. Pero bueno, hay al menos que ser consciente de lo que hacemos y decimos ;)
EliminarBueno, completamente de acuerdo. Yo, como madre, hice en cada momento lo que consideré y lo sigo haciendo aunque ya puedo considerarlos adultos. Para mí siguen siendo mis "chicos". Y sus besos, abrazos y " te quiero", son para mí lo más importante. NO necesito reconocimiento alguno. He llegado aquí siguiendo la pista de #VDLN, pero me encuentro un blog fantástico.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias! Cada uno hacemos lo que podemos, claro, pero basta de aplaudir a los padrazos por cambiar unos pañales.
Eliminarsuper chulo tu blog
ResponderEliminarMuchas gracias! 😉
Eliminar