No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

La magia de los Reyes

Ya están aquí de nuevo. Ya vienen los Reyes Magos. Holanda ya se ve. Como decía el año pasado por estas fechas, la culminación de las fiestas navideñas para muchos. Sobre todo para los más pequeños. El momento más mágico, emocionante, y lleno de ilusión. Ilusión es la palabra que mejor describe los días como éste. Mis padawanes son aún pequeños, aún no son plenamente conscientes de lo que ocurre, pero con tres años recién cumplidos ya disfrutan de estas fechas y de la magia los Reyes. En casa aún logramos evitar esa barbaridad del "Pórtate bien o los Reyes te van a traer carbón!" –y espero que nadie los chantajee nunca con eso–, pero llevamos toda la semana con la visita de sus majestades en mente, y les salta la sonrisa cuando hablamos de ellos.
Con las particularidades de mi trabajo y mis turnos, este año no pude ir con ellos a ver la cabalgata de Reyes –la Maestra-Jedi me wassapea que lo han pasado genial y me envía estas fotos–, pero un día antes sí fuimos toda la familia a ver el cortejo del Heraldo, que es más reducido, pero casi igual de festivo, y recoge las cartas de los peques a lo largo del recorrido. Pasé la mayor parte del tiempo con la pequeña Leia en brazos, saltando y bailando al ritmo de los tambores, pidiendo caramelos y cantando. Daba igual lo cansado que estuviera, o la cantidad de gente que había en la calle. Verlos sonreír maravillados, felices, guardando caramelos en sus bolsillos, riendo con los beduinos que acompañan al Cartero, aplaudiendo al ritmo de los tambores y trompetas, ya me quitaba todo el cansancio y hasta unos cuantos años de encima.

Porque en días como éste, ahora que vuelves a ver la magia a través de sus ojos, es como si volviera un poco a ser niño de nuevo. Y ya tengo ganas de montar los regalos en el árbol, y de disfrutar con ellos de la mañana de Reyes. Como cuando era niño. No es que yo tenga un interés especial en que crezcan creyendo en la historia –es un cuento a fin de cuentas– de los Reyes de Oriente, como en ninguna con raíces religiosas, pero el entorno casi te obliga a ello. Porque no puedes frustrar las ilusiones de los demás, empezando por las de tus propios hijos.
Hay que asumir que este tipo de temas siempre será controvertido. Mientras unos intentamos evitar connotaciones religiosas en todas las situaciones que podamos, la sociedad tiene asumidas ciertas tradiciones heredadas que son imposibles de esquivar. Fiestas culturales como la navidad o la semana santa son una tradición, una herencia común, más social que religiosa. Como decía hace un año, para disfrutar de los cuentos de hadas no hace falta creer en Campanilla. Y el caso es que yo no puedo permitirme robar la magia de los Reyes Magos a mis hijos. Ni a los demás. Ni quiero que mis hijos sean los que le frustren la ilusión a otros.

Ni yo quiero perdérmelo. Ni la Noche de Reyes –noche de niños–, ni la fantasía de los cuentos, ni la ilusión, la emoción, ni las caras de maravilla y asombro. Así que intentaremos mantener la ilusión de los Reyes a mis pequeños padawanes todo el tiempo que nos sea posible. La magia de los reyes también consiste en hacernos a todos un poco más felices por un rato, un poco más niños. Feliz Noche de Niños.

¡Que la Fuerza os acompañe!
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