Esta es la tercera –y última– entrega una
trilogía que arrancó hace ya unos meses, cuando empezamos con el proceso de búsqueda de
colegio para los pequeños
padawanes, que este año han empezado su
gran aventura en el sistema educativo. En la
primera parte os comentaba sobre las opciones que buscábamos y las que realmente teníamos, el papeleo y la burocracia, y sobre todo, sobre esa especie de
angustia inquietud que empezaba a sentir, temiéndome ya lo que se me vendría encima cuando empezara el curso. En la
segunda parte, unos meses después y con el centro ya asignado, os hablaba del proceso de matriculación, la falta de información, y sobre nuestras dudas e indecisión sobre si
separar o no a los peques en clases distintas. Ahora que ya ha empezado el
curso, y como quedaron éstas y otras cosas importantes en el tintero, llegó el momento de finiquitar el tema.
Cuando
matriculamos a los pequeños, preguntamos por la reunión previa informativa sobre materiales, libros y demás, y nos remitieron a principios de septiembre, antes del inicio del curso. Ya me veía recorriendo librerías y papelerías como un loco para conseguir los
libros en el último momento. Pero a mediados de verano, una amiga nos avisó de que la lista de libros estaba ya en el tablón del colegio desde hacía un tiempo. La primera en la frente. En realidad no había mayor problema, pero como
pardillos novatos en estas cuestiones, todo me parecía un mundo. A pedir los libros por internet y santas pascuas. Para colmo, la lista publicada estaba mal, y hemos tenido que devolver algún libro.
También estaban anunciadas las
fechas para el inicio de curso. Y unas
pequeñas pautas que los padres debíamos observar y tener listas para cuando arrancaran las clases. En la reunión nos insistieron en estos y otros temas, y nos informaron de cómo se desarrollarían las clases y el programa. Cuestiones como tener a los pequeños ya acostumbrados a
ir al baño solos, y a que comieran solos, que fueran lo más
independientes posible. Y tenerlos ilusionados y animados para el momento de ir al cole, o cómo llevarlos al centro y recogerlos a la salida, para intentar hacerlo todo menos traumático. Llegó el tema de los materiales y el formar un cooperativa para sufragar los gastos del curso. Y el de elegir de entre los padres a un
delegado para cada clase. No me preguntéis cómo ni porqué, al final fui elegido delegado de una clase y subdelegado de la otra. Total, ahora voy a tener muchas de mis mañanas
disponibles. Y supongo que es otra forma de mantenerme cerca de todo lo que concierne a
Luke y
Leia.
Los
padawanes aún no controlan algunas cosas, son muy pequeños, pero poco a poco
van superándose. Aún les cuesta bajarse y subirse la ropa cuando van al baño, o limpiarse solos, sobre todo el culete. Yo aún me maravillo cuando veo cómo son capaces de manejarse, porque a mis ojos son aún muy pequeños, apenas
33 meses, y lo único que podía pensar era que me llamarían, día sí día no, para ir a atenderlos cada vez que tuvieran un escape. Ya llegará, pero a día de hoy, esto aún no ha ocurrido.
Además,
Luke y
Leia, son de los pequeños más pequeños del cole, nacidos en
diciembre, y eso se nota mucho, sobre todo a estas edades. Hay algunas niñas, posiblemente con los 3 años cumplidos hace meses, que le sacan casi una cabeza de
altura a mi pequeña
padawan, que además es bajita, y es lógico que sean mucho más independientes y espabiladas. Es muy curioso verlos a todos en fila en el patio para entrar en clase. Con el paso de los años estas diferencias se atenuarán, pero yo siempre los voy a ver como
mis pequeños. Supongo que es algo inevitable.
Una de las cuestiones que quedaban por decidir era la de si
separar o no a los niños en clases distintas. En el centro siguen la política de separarlos por sistema, pero teníamos la posibilidad de solicitar con un escrito que los mantuvieran
juntos. Yo era más partidario de esto. Aparte de por cuestiones puramente prácticas –una sola
seño, mismas actividades, reuniones y amigos...–, sobre todo por que sentía que sin haber pasado por la
guardería, el choque al entrar en el cole sería más fuerte para ellos. Y siempre han estado juntos, para algunas cosas son como
uno solo, y podrían darse
compañía el uno al otro, tenerse cerca para pasar el trago. Pero no dejábamos de darle vueltas ni terminábamos de
decidirnos. Y buscar
información y opiniones en portales de internet y blogs tampoco ayudaba mucho a tomar la decisión. Como casi todo en esta vida, encuentras puntos a favor y en contra. Y como casi todo en esta vida –y en temas de
crianza también– todo depende. Cada niño es un mundo, y si son dos, se disparan las variables.
Finalmente, viendo la
relación que tienen entre ellos, pensamos que lo mejor era que también se
independizaran un poco el uno del otro. Para algunas cosas
Leia es la que lleva la voz cantante, y es muy protectora con su hermano. El pequeño
Luke es algo más dependiente, siente más apego por todos y por todo. Pero la
bendición que supone que estén tan
unidos, cada uno con su personalidad y su rol, puede ser también causa de limitaciones. Cada uno debe desarrollarse individual y plenamente. Cada uno en una clase. Así tendrá cada uno su propio
espacio, su propio ritmo, sus propios amigos, su clases y sus juguetes, y sus propias
aventuras.
Y a mí no me queda otra que esperar cada día en
la puerta del cole, y confiar en que salgan cada día contentos y con una
sonrisa, y vean lo
feliz que me pongo yo al verlos.
La vuelta al cole suele ser emocionante.
ResponderEliminarNosotros creemos que es importante saber si tu pequeño puede contar con taquillas en su colegio. Los niños se enfrentan a muchos peso en sus espaldas por ir cargados de libretas y libros principalmente.
asse-spain.es
ResponderEliminarAhora se puede estudiar en EE. UU. para mejorar el año escolar, aprovechando programas educativos de calidad, experiencias culturales únicas y métodos innovadores que ayudan a fortalecer el aprendizaje y el crecimiento académico.