No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

Me río yo de la homeopatía: "Sana, sana, culito..."

Lo de los placebos y lo de la homeopatía es para principiantes. El verdadero remedio definitivo, el auténtico poder curativo y mágico está en los besos. Sobre todo en los de papá y los de la Maestra Jedi. Pero también funcionan los del hermano. Cada vez que alguno de los padawanes se da un coscorrón, busca con la mirada a alguien que le socorra y le cure. Es entonces cuando empieza el llanto, y hay que recurrir al "cura-sana".
"Sana, sana [muack!], culito de rana [muack!].
Si no sana hoy [muack!], sanará mañana [muack!]".
Situación: Media mañana de un martes no hace mucho. Parque infantil cercano a casa, pequeño, y con árboles que dan sombra, algo ya indispensable en Sevilla en estas fechas. Poco concurrido, por no decir desierto. El pequeño Luke juega en uno de esos balancines de muelle con forma de animal, y que él sistemáticamente identifica como foca.

En uno de sus frenéticos vaivenes se golpea la boca o la nariz con la cabeza de la foca, y se lleva la mano a la cara antes de romper a llorar. La pequeña Leia estaba jugando cerca, conmigo, y automáticamente corre hacia su hermano: "¡No 'llodes', JavierLuke! ¡Cura-sana!". Y poniéndose de puntillas intenta darle besos mientras recita completo el conjuro mágico de la rana y el culito, de cabo a rabo. Luke se queda unos segundos sollozando, mientras Leia vuelve contenta a sus juegos recogiendo palitos y piedras, y de repente, empieza de nuevo con los vaivenes, foca adelante, foca atrás, foca adelante, foca atrás. Sonriendo otra vez. No ha pasado nada.

Me quedo pasmado, mirando la escena con cara de bobo, sin poder dejar de asombrarme de lo que acabo de ver. Si esto no es magia, o algún tipo de truco jedi, no sé qué lo será. El místico poder curativo de los besos, en plena acción. Como le dijo una vez el Maestro Yoda al joven Skywalker: "La Fuerza está muy arraigada en tu familia". Y acabo sonriendo yo también, casi sin poder aguantarme la risa.

¡Que la Fuerza os acompañe!

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