No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

Paternidad cuidadora: El raro

El mes pasado fue un mes intenso. Será porque en marzo los padres tenemos más presencia en las celebraciones y en las conversaciones, por aquello del Día del Padre (el 19 de marzo en España). En muchas publicaciones dedican artículos y reportajes sobre la figura paterna en la crianza. Una de ellas es la Revista Digital de AHIGE, la Asociación de Hombres por la Igualdad de Genero (aquí su web), que dedicó su número de marzo a las paternidades cuidadoras, y nos invitó a algunos padres a compartir nuestro testimonio. Es mi pequeño granito de arena en la lucha por una igualdad de género real, desde el papel que nos ha tocado, y concienciar y visibilizar la figura del hombre igualitario. Os dejo aquí mi pequeña colaboración.

El raro
por José Mª Ruiz Garrido

La última hora y media ha sido un no parar: desayunos, ropa, zapatos, mochilas, gomillas para el pelo. En esa hora y media da tiempo a mucho, y a poco. Esto no puede ser la paternidad, me digo a menudo. Camino del colegio, de la mano los tres, intento animarlos, y que lleguen alegres y con ganas. Hoy la pequeña lleva tareas a clase, un mural y unos recortables, así que está impaciente por llegar. Antes de que entren, nos repartimos besos. Más por pura necesidad mía, por egoísmo. Necesito sentir que la paternidad es en realidad algo más que esta última hora y media.

Tras dejarlos entrar por las puertas del colegio con el resto de niños y niñas, empiezan a formarse los corrillos de madres. Hay también algún que otro padre, y dos o tres abuelos. Como muestra estadística, son abrumadora mayoría. Si miro alrededor, solo veo mamás. Me llevo bien con ellas, charlamos, nos contamos batallitas de nuestros pequeños, un repaso rápido al estado de revista. Ha llegado un punto en el que nos conocemos por el nombre de nuestros pequeños, pero formamos una especie de pandilla paralela. Para el caso, las charlas son lo de menos. Y en los grupos virtuales del WhatsApp, la proporción viene a ser parecida. Apenas seremos cuatro hombres entre unas cuarenta madres. Camino de vuelta a casa, como tantos días, pienso en la pauta que se repite; sigo siendo el raro.

Raro por poco frecuente, mis rarezas son otro tema. Es poco frecuente encontrar mas de dos o tres hombres solos jugando con sus hijos cuando vamos al parque infantil. O parejas, los dos pendientes de los juegos de sus hijos. Normalmente cuando los dos padres están en el parque no suelen interactuar demasiado con el resto, están a sus cosas, entre ellos, o el papá se dedica a jugar a la pelota con el chaval. Suelen ser parejas jóvenes, y suele ser siempre en fines de semana. Como no sea fin de semana, es complicado. Lo que me hace pensar que en parte, uno de los principales problemas para alcanzar un cierto nivel de igualdad, ya sea en temas de crianza como de género en general, es la conciliación laboral. No es el único, ni siquiera creo que sea el principal, pero sí es importante. Incluso determinante en muchos casos.

Ocurre que cuando hay que acudir a los servicios de pediatría te encuentras con el mismo síntoma social. La pauta es la misma, es raro encontrar a otro hombre solo llevando a su pequeño o pequeña a la consulta. Los hay, pero es raro. Incluso en una ocasión en la sala de espera llegaron a preguntarme por la ausencia de la madre. En estas situaciones hay más factores. La –no tan– sutil diferencia la encontramos en el trato del personal, desde el administrativo al médico. En caso de que estén los dos padres, siempre –imagino que habrá excepciones– se dirigen principalmente a la madre. Aquí el papel del hombre pasa a ser muchas veces de mero acompañante, a menos que se presente solo. Tanto da que estéis llevando a mellizos y cada uno está lidiando con uno de ellos.  Es una de esas ocasiones en las que me siento protagonizando una película, no la vida que pensaba tener, y vuelvo a pensar eso de esto no puede ser la paternidad. Sé por mi experiencia que no soy el único que se siente incómodo con esto, pero no sé por qué razones, son situaciones que se repiten. La pauta. En casi todas partes.

En la puerta de los colegios, en los parques infantiles, o en los centros de salud. Pero también en la playa, en los restaurantes, en los centros comerciales... Y en internet. Ahí también soy uno de los raros. También por mis rarezas, pero eso aquí no viene al caso. Internet, más allá del omnipresente Facebook, llega a parte de la sociedad. Los blogs y páginas especializadas son un mundo, diminuto, que aún está oculto –o guardado– para muchos. Está ahí, disponible, y quien más quien menos lo consulta en caso de necesidad o de curiosidad. Como me ocurrió a mi cuando supe que iba a ser padre. Busqué páginas y blogs sobre maternidad y paternidad. Y allí volví a encontrar la pauta. Encontré la misma proporción de mujeres y hombres, incluso más acentuada. De cien blogs que podía visitar, apenas dos o tres estaban escritos por padres. Y algunos desde puntos de vista alejados del sentido estricto de la paternidad y la crianza. ¿Es por el rol asumido desde generaciones por cada género en la crianza? ¿Es por la falta de una conciliación efectiva e igualitaria? ¿Por las convenciones culturales establecidas? ¿Por ignorancia?

No, la culpa es nuestra.

Los hombres –la mayoría– no sabemos hablar de sentimientos. Estamos aprendiendo. Llevamos una mochila pesada, que hemos heredado y asumido. Las emociones son cosa de mujeres, la ternura, los cuidados, la empatía, son cosa de las madres. Hemos heredado y asumido un miedo social a parecer débiles. A hablar abiertamente de amor, de sentimientos y emociones. Esto no puede ser la paternidad.

Uno, que tiene un blog sobre paternidad, se para a pensar sobre qué temas escribir, qué historias contar, y cómo hacerlo para que resulte atractivo, claro. Las fotos son importantes. Así que me veo repasando la galería del móvil, una y otra vez. Rememoro anécdotas y momentos, y más de una vez no puedo evitar sonreír al recordar alguna situación. Este repaso es una especie de sanación. Me da una segunda o tercera revisión, me permite masticar lo vivido, analizarlo incluso. Una segunda oportunidad de ver y sentir detalles que se me hubieran pasado por alto por la inercia y el ritmo estresante de la crianza. Pensar, y ser consciente.

Estoy aprendiendo a contar esos sentimientos. El blog es una sanación, y una terapia, activa y exhibicionista. Porque te obliga a procesar y expresarte. Y además, tenemos público. Si fuera un diario íntimo muchas cuestiones se mantendrían enterradas, pero las lanzas al mundo, porque quieres cambiarlo. Yo quiero cambiarlo, cambiando yo. Quiero que las pautas cambien. Yo ya estoy cambiando.

No soy el hombre que pensaba que sería. No soy el hombre que pensaba ser. Solo intento ser el hombre que quiero. O el que me gustaría, para mis hijos. Imagino que cada hombre que descubre –no la encuentra, no es intencionado– una bifurcación en su vida en la que tiene que elegir qué hombre quiere ser, tiene unas motivaciones específicas determinadas por su propia mochila personalizada; su familia, su educación, su experiencia, sus taras, incluso sus miedos. En mi caso la mochila estaba bien repleta, necesitaba ayuda para cargar con ella y no arrastrarla. Mi pareja tomó mi brazo, y me guía, siempre. Pero la motivación última para cambiar de camino en la bifurcación, a el camino que quiero ser, fueron mis hijos. No es que quiera ser el mejor padre. Es que quiero ser la mejor persona, completa. Quiero que la mochila de mis hijos no sea como la que arrastraba y sigo arrastrando yo. Quiero cambiar la pauta, y que uno no sea el raro por criar a sus hijos, por llevarlos al colegio, o a jugar al parque, o al pediatra.

Me pongo a escribir. O lo intento al menos. Tras dejar a los mellizos en el colegio, ahora me toca desayunar a mí, así que pongo la cafetera y el ordenador en marcha. La cabeza ya lo está hace un buen rato.

Me pongo a escribir. Y no tengo ni idea de por dónde empezar.

¡Que la Fuerza os acompañe!
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Comentarios

  1. OLÉ
    Yo tampoco quiero que mis hijos (Zipi y Zape más el que viene en camino, que es otro niño) hereden esa mochila... Hay mucho por hacer pero desde luego quienes más responsabilidad tenemos somos los padres, no solo vosotros, los padres, sino también nosotras, las madres, que muchas veces abarcamos demasiadas cosas y somos las que nos os dejamos explayaros...
    Con tu permiso comparto en el facebook del blog.
    Un abrazo,
    Ana

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    1. Gracias por compartir! ;)
      El problema es global, de toda la sociedad, y la igualdad y la educación son el camino. Y hay que empezar por la visibiliación de estas situaciones y de otras paternidades y actitudes.
      Un abrazo! ;)

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  2. Excelente post me quedo con muchas frases que me han llegado al corazón; "solo intento ser el hombre que quiero".

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    1. Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado ;) Esta todo escrito desde el corazón y después de haber madurado todo lo que vivimos a diario. Un proceso que creo que nos hace falta a todos. Es solo mi pequeño granito de arena en pos de la igualdad y de una paternidad corresponsable , igualitaria y consciente.

      Un abrazo ;)

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  3. Que post tan sentido y maravilloso.. gracias por compartirlo

    Desde siempre el rol de la madre ha sido exacerbado hasta tal punto que se ha minimizado el rol del padre, y ambos son importantes en la vida de los hijos.
    La no-conciliación laboral pudo ser uno de los motivos hace tiempo, pero como dices no es el único, porque hoy en día tanto la madre como el padre, en general, tenemos las mismas jornadas laborales.
    Pero si creo que la "mochila personal" es uno de los motivos de mayor peso, porque es difícil ser "el raro", hay muchas pautas de las que la sociedad debe desprenderse.

    Mi marido, es uno de esos raros que "exige" involucrarse activamente en la crianza de nuestro peque de 3 añitos y yo misma he sido testigo de la expresión en las caras de otras madres y padres cuando es él quien se sienta en el suelo del parque a jugar con Oli y sus compis, en lugar de quedarse en el banco charlando, o incluso la cara del pediatra cuando le pide que le explique a él el tratamiento.
    Flipabamos con la profe de la guarde que no le contaba nada sobre el día a día del niño cuando lo recogía, porque "total eso se le iba a olvidar".

    Entonces si bien es necesario que el padre desee disfrutar de esa paternidad, también es importante que los demás aprendamos a dejarles hacerlo sin preconceptos.

    Enhorabuena por tu valentía de ser el raro, y además contarlo...

    un besazo a la familia Jedi

    ilenis

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    1. Enhorabuena a ti, y a tu pareja. El ejemplo y la visibilidad de comportamientos como el vuestro (y el nuestro) es la única forma de normalizar lo que debería ser normal, y hacer de la crianza, la sociedad y la paternidad algo sano e igualitario. Situaciones como las que cuentas y hemos vivido nosotros son para hacer pensar a todos. La igualdad real y la educación son el camino ;)

      Un abrazo!

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  4. Gracias por este post. Soy mamá de una parejita d casi 3 añazos y Tb a mí m han llegado tus palabras...me he sentido identificada plenamente, sb todo con el planteamiento de "esto n puede ser la maternidad", jeje.
    Gracias por "compartirte"

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    1. Muchas gracias a ti, por leerme y por comentar. Hay que visibilizar estas cosas, es la única forma de abrir ojos y mentes ;)
      Me alegro mucho de que te haya gustado. Saludos!

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  5. Oleeee!!!! ¡viva la rareza! Muy buen post :-)
    Cuando hablas de la culpa y la mochila de los hombres espero que también se esté culpando a las mujeres, ya que muchas de ellas, esas mamás tradicionales, son muchas veces la que cargan la mochila de su hijo y descargan la de la hija. Me encorajina mucho cuanfo un niño llora y su mamá dice "ea, no pasa nada, coge la pelota y juega" y si la niñallora es "¿por qué lloras mi vida? Cuentale a mamá" y luego asi luce el pelo
    Pero bueno, me alegra ver que el mundo va cambiando aunque sea a pasito lento

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  6. Oleeee!!!! ¡viva la rareza! Muy buen post :-)
    Cuando hablas de la culpa y la mochila de los hombres espero que también se esté culpando a las mujeres, ya que muchas de ellas, esas mamás tradicionales, son muchas veces la que cargan la mochila de su hijo y descargan la de la hija. Me encorajina mucho cuanfo un niño llora y su mamá dice "ea, no pasa nada, coge la pelota y juega" y si la niñallora es "¿por qué lloras mi vida? Cuentale a mamá" y luego asi luce el pelo
    Pero bueno, me alegra ver que el mundo va cambiando aunque sea a pasito lento

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    1. Si, por supuesto. Cuando digo que el sistema y la sociedad en general es parte del problema, me refiero también a muchas mujeres. Eso lo veo en todas partes, en hombres y en mujeres que me rodean a diario. Pero este artículo está escrito desde mi papel como hombre y como padre, y asumo mi propia mochila. Ya me gustaría que cada uno se reconociera y se liberase de sus propias culpas y lastres!! ;)

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  7. Me ha gustado muchísimo y la verdad, te animo a que sigas así.
    Nosotros sin embargo, tenemos otro estilo, ya que al vivir en un pequeńo país de centroeuropa, los colegios son de otra manera y los nenes van solos desde Primer grado. Van y vienen, se van a extraescolares solos, cargan su guitarra, se preparan su ropa de deporte y se van. Les llaman los nińos de la llave, ya que llevan las llaves de la casa colgando del cuello.
    Nada de padres en la puerta, de aglomeraciones de coches en la puerta del cole, nada de wasap, ni madres preguntandote para cuándo la tarea de plástica...Que se encargen los nińos!! Que se tienen ellos que encargar de su trabajo, no vosotros. Desde aquí, parecéis demasiado protectores. A mi me regańo la profe en tercer grado porque iba a buscar TODAVIA a mi hija al colegio,
    Pero para conseguir algo así, se necesita concienciar a toda la sociedad. La escuela es pública y de calidad, no eliges ya que te toca por barrio. Y como son todas iguales como los IKEA te da igual. El transporte público es gratuíto para los chicos en horario escolar. Y les ceden los asientos.
    Así la madre puede trabajar y tanto el padre como la madre se encargan de educar a los hijos, de llevarlos al pediatra, al parque, mientras son pequeńos a la guardería.
    Creo que me resultaría muy raro volver a Espańa, en ese caso la rara sería yo.

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    1. Hola, Gem. Me alegro mucho de que te haya gustado el texto. No sé qué edad tienen tus pequeños, los míos tiene 3 años cumplidos en diciembre, y creo que aún es pronto para que vayan solos a ninguna parte, y menos en una ciudad media-grande como en la que vivimos (Sevilla). Ni siquiera estando en el colegio del barrio, el que tenemos más cercano, pero a 4 ó 5 manzanas (¿cuadras?), con mucho tráfico en el trayecto. Público y gratuito.
      Recuerdo que cuando yo era niño iba solo al colegio, encargándome de mis hermanos menores, desde muy pequeño, pero desde luego no con 3 años, no sé si fue a partir de los 7 u 8.
      Más que sobre protección, creo que se trata de sentido común ;)
      Gracias por tu comentario, y de nuevo, me alegro que te guste ;)
      Un abrazo

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